Jane A. Volturi
Tu Bandera : Mensajes : 8 Puntos : 5371 Reputación : 0 Fecha de inscripción : 21/03/2010 Edad : 29
| Tema: Jane A. Volturi [Supongo que casting ;)] Lun Mar 22, 2010 3:22 pm | |
| Nombre Completo: Jane Antoniette VolturiEdad: 209/ 13 Edad aparente: entre 13 a 15Fecha de transformación: 1815Raza: ( Licántropo, Vampiro, Hibrido y Humano) Vampiro Carnívoro, ojos rojos (¿Qué esperaban que fuera humana o aún peor licántropo?)Personalidad: Si crees que soy una inocente y angelical pequeña... la cual no mataría ni a una simple mosca... Te equivocas... Soy un demonio con facciones angelicales, madura para aparentar mis 13 años, valiente para tener un cuerpo pequeño... poderosa, sarcástica, sádica, inteligente, audaz. También soy caprichosa y no me doy por vencida, poseo un sin fin de cualidades, las cuales daré a conocer en algún futuro próximo.Apariencia Física: (Imagen en Spoiler) Mi cabello castaño claro- casi rubio-, mi estatura es la de una pequeña niña de 13 años, con el rostro de un ángel, labios carnosos, lo cual me da una característica belleza angelical e inhumana, mis ojos son rojos cuando no tengo sed, pero se vuelven negros cuando la tengo, todos los -patéticos- humanos creen que soy un ángel, una niña indefensa aunque... no saben todo lo que se equivocan... (Para más información ver avatar y/o firma)Don: Tortura mental: Provocar un dolor mental, el cuál es cien veces peor del que me provocaron en mi vida humana...Historia: Mi historia... a pesar de mi corta edad la recuerdo... Puede que se me hayan olvidado algunos detalles de mi infancia, de mi niñez... Pero recuerdo también lo que desde siglos he deseado olvidar... También aquellos fantasmas del pasado... Pero hay recuerdos buenos... Son contados- y pocos- pero aún persisten en mi memoria...
En 1802 fue mi nacimiento, nací junto a mi hermano gemelo, Alec, nuestra infancia fue como un cuento, a pesar de que nuestra situación económica no fuera tan buena nuestros padres nos daban y cumplían todos nuestros caprichos y deseos...
Los años corrían aún en la pequeña plaza de la ciudad se podían ver letreros contra brujería, También y de vez en cuando se podía ver alguna quema de brujas justo al frente de ésta...
Los años siguientes son una simple mancha en mi memoria... Hasta cumplir los diez años, aquel cumpleaños que jamás olvidaré...
Era una fría noche de invierno, el día anterior había nevado, me fui a la cama como siempre justo antes de las diez, sabía que la mañana siguiente sería especial... Todo era normal, aquella noche sentí pasos, tuve pesadillas... Me encaminé a la habitación continua.- La de Alec.- Al ver que no estaba, lo esperé acurrucada en su cama...
Sentí pasos, cerré los ojos fuertemente... Alec, abrió la puerta, sentí sus sollozos, preocupada me incorporé y le pregunté lo que ocurría. Él me juró que no era nada... Prendí una vela y visualicé algunos golpes en su cara...- ¿Qué pasó?- Pregunté poniendo una de mis manos en su rostro.
Su voz era inexpresiva... seca, carente de emoción...
- Discutí con nuestro padre, solo eso...- Fue la única respuesta que obtuve, noté como apretaba su mandíbula, como apretaba sus puños con impotencia, con rabia...
Corría el año 1815, mi padre -si es que se le podía llamar así- Nos había abandonado un año atrás, nuestra madre murió meses después por culpa de una epidemia que estaba en el pueblo, mi hermano Alec, había sobrevivido junto a mí, ya que nuestra madre nos prohibió acercarnos a ella hasta el día de su muerte- 5 de Enero de 1815-.
En aquellos años aún persistía la caza de brujas, aún "quedaban unas pocas". Por obligación quedamos en la tutela de nuestro padre- a pesar de su abandono no se había mudado de pueblo- Él vivía con una mujer joven poseía 2 hijos más con aquella mujer llamada Grace. Alec y yo la odiábamos - Más yo que Alec.- Y ella nos odiaba a nosotros.
Un día 10 de junio del mismo año ella nos acusó de brujería, de haber intentado matar a sus hijos para un "ritual".
-Alec, tengo miedo.- Le musité cuando los aldeanos habían llegado por nosotros con grandes antorchas gritándonos algunas ofensas.
Mi hermano se mantenía inexpresivo -como siempre- con aquella sonrisa que daba a notar confianza, me tranquilizó-como siempre.- con esta.
- Viviremos Jane.- Me prometió aún sabiendo que no podría mantener aquella promesa. Nos encerraron, nos golpearon sin compasión alguna, nos torturaron, nos hicieron gritar de dolor, gritar de odio, de impotencia...
Al día siguiente, en el amanecer nos amarraron fuertemente para llevarnos a la hoguera y para quemarnos al frente de la plaza. 'Malditos', 'asesinos', 'brujos', 'demonios' eran algunos de los insultos que nos lanzaban- sin contar la comida, las frutas, las piedras, entre otros objetos-...
En primera fila, estaba nuestro padre, simplemente observando, sin importarle nuestra vida y a su lado la maldita de Grace, sonriéndonos, en su mirada se leía todo el gozo que sentía en este momento. Mi vista era difuminada por las lágrimas que caían, sentí los sollozos de Alec.
El Padre empezó la ceremonia, dando a entender nuestra supuesta culpabilidad, no entendí lo que hablaba puesto a que estaba pendiente en odiar a aquellas personas que nos llevaron a esto, deseando con todo mi corazón su muerte, que fuera lenta y dolorosa, que pudieran sentir en carne propia lo que había sentido. De pronto sentí el fuego por mis piernas, el calvario había empezado...
Gritos, muchos gritos ¿Era éste el infierno? Sangre, mucha sangre en las calles de mi pueblo natal ¿O acaso seguíamos vivos? Dolor mucho dolor, sentí que me quemaba por dentro, unos ángeles negros estaban allí, aquellos ángeles masacraron a todo el pueblo, cortándolos como si fueran papeles... Rompiéndolos como si fueran muñecos. Los ángeles- Quizás demonios pero ángeles por aquella masacre.- después del espectáculo caminaron hacia nosotros, uno mordió a Alec, desee acabar con el que dejara a mi hermano en paz pero no podía el otro me había mordido. Sentí un dolor inexplicable- mil veces peor que el del fuego-, una quemazón por dentro... Al parecer estaba en el infierno... Tres días-quizás más, había sufrido retorciéndome-, gritando, al despertar vi a Alec a mi lado, todo había sido un sueño, pero Alec había cambiado... Me pasó un espejo y me dijo que me viera, yo... era distinta...
Aquellos ángeles volvieron a explicarnos todo, a explicarnos nuestro renacer, a explicarnos por qué fuimos nosotros quienes tuvieron este "chance" a la inmortalidad, de nuestro posible potencial, de nuestro posible don... Desde el 15 de junio de 1815 les juramos fidelidad, protección y desde allí formamos parte de los Vulturi, el día de hoy estoy junto a Alec, como jefes de guardia haciendo que todos los vampiros cumplan las leyes de mis señores y castigando a los que las rompen...
Si crees que soy una inocente y angelical pequeña... la cual no mataría ni a una simple mosca... Te equivocas... Soy un demonio con facciones angelicales, madura para aparentar mis 13 años, valiente para tener un cuerpo pequeño... poderosa, sarcástica, sádica, inteligente, audaz. También soy caprichosa y no me doy por vencida, poseo un sin fin de cualidades, las cuales daré a conocer en algún futuro próximo.
Familia: Los Volturi. Alec: hermano Pertenencias: Todo lo que desee lo obtengo. Otros datos: ¿Qué más necesitas saber de mí?Hobbies: Estar con mi hermano Alec, matar y disfrutar del dolor ajeno, y bueno supongo que después de leer todo te queda en claro como soy ¿o qué? ¿Quieres un resumen?Ejemplo de rol (spoiler): - Spoiler:
Ya habían pasado más de 15 años de lo sucedido con los malditos y antinaturales Cullen, realmente aún no entendía cómo era posible que ellos siguieran vivos, no era posible que seres tan despreciables como esos tuvieran tantos aliados, tantos clanes tanto vegetarianos como carnívoros que los respetaban e incluso compartían su amor por los inútiles humanos que sólo nos servían de alimento. En aquel instante, cuando todos aquellos pensamientos se mezclaban en mi mente, embargándome por completo, observé el hermoso cielo nocturno desde aquel sillón donde me sentaba sin la más mínima necesidad, quien miles de veces había sido mi cómplice en las cacerías, en aquellas matanzas que me alegraban la existencia cuando no estaba con Alec, mi hermano, el único que realmente me entendía, que me conocía, que sabía todo o casi todo de mí. Luego de todo aquello una especie de melancolía me embargó, recuerdos vagos de mi vida humana los que prefería olvidar, y recuerdos de mis años de neófita, siempre había sido impulsiva y eso no me dejaba manipular muy bien mi don, cuando me alteraba me era imposible no atacar a quien me había hecho algo, era más, en una de las pocas peleas que tuve con Alec fue por ello, mi autocontrol no era el mejor, le había atacado por la simple razón de que no me dejaban ir de caza, Heidi debía hacerlo por nosotros ya que, según nuestro señor, aún no nos controlábamos bien. Ese día quise huir, aquella chica llamada Heidi no llegaba con los humanos y los minutos sin cenar eran tediosamente lentos, Alec me quiso detener, pero lo ataqué y luego él me dejó sin el sentido de la vista, audición y olfato, para llevarme a una de las mazmorras para que meditara lo que había hecho, pero él jamás me dejó sola, siempre me acompañó y estuvo cuidándome.
Salí de aquellos pensamientos al sentir el olor de humano cerca de mis aposentos, me paré al sentir que el olor de Margaret se hacía más potente, incluso podía escuchar sus pasos, la nueva secretaria de la familia, quien se dirigía a paso apresurado a la habitación, no alcanzó a tocar cuando ya le había abierto la puerta y me encontraba en el umbral de ésta.
-Habla rápido.-Le ordené con un tono amenazante pero a la vez infantil y angelical, con una sonrisa típica en mí, mostrando parte de mis colmillos advirtiéndole que si no lo hacía le iría mal. Aquello funcionó, ya que noté como tragó saliva y su corazón palpitaba a mil por segundo, el miedo que la hacía sentir era grande, lo que me provocó una gran felicidad.
-Esto…- comenzó, nerviosa, con el miedo en cada una de sus expresiones corporales.- El señor Aro la manda a llamar. – Finalizó, más calmada que en un principio. Asentí y me dirigí con una sonrisa a paso rápido hacia el salón rojo, donde tomaban las decisiones más importantes. Lo que vi eliminó la sonrisa de mi rostro, convirtiéndola en una mueca de desagrado total, aquella maldita hibrida se encontraba al lado de Heidi y Alec. ¿De qué me había perdido aquel día? Gruñí por lo bajo al verla, ¿Qué se suponía que hacía aquí? ¿No debería estar cazando ardillas en el bosque? Mientras me preguntaba todo eso noté una mano en mi hombro, era la de mi señor Aro, quien me negó con la cabeza, no necesitaba ser adivina para saber lo que aquello significaba: Mi padre había leído mi mente y mis pensamientos hacia aquel ser que se encontraba con nosotros en estos momentos.
-Jane, querida, Renesmee es nuestra invitada, por favor, compórtate.- Aquellas palabras estaban dichas sin mayor emoción pero en la mirada y la sonrisa de mi creador podía notar la ironía de aquello, eso me hizo sentir mejor, “comportarme” eso era lo que iba a hacer con la niñita. Tan sumida en mis pensamientos de cómo comportarme con la invitada que ignoré la historia de porqué estaba aquí, pero la melodiosa voz de Alec me sacó de mis pensamientos cuando dijo que él se haría cargo solo, sin mi ayuda de la asquerosa híbrida. Realmente no me contuve, el gruñido que había dejado escapar había sido grande que todas las miradas se habían posado en mí.- ¿Cómo es eso hermano? ¿Por qué no puedo ayudarte con aquello? -Jane, cálmate.- Musitó, pero lo ignoré, no podía quedarse con toda la diversión para él, ¿Qué diablos se proponía? Él jamás me haría eso, siempre compartíamos todo lo que nos divertía. Bufé. Estaba de malas, no me podía contener, pensé en qué pasaría si hubiera atacado a la Cullen, y estaba claro que mi vida correría riesgo, ya que Aro tenía planes con ella.
- Con su permiso.- Anuncié en seco, maldiciendo entre susurros, tratando de calmarme de alguna forma y la mejor forma era alejándome de todo lo que tuviera relación con los recientes hechos. Por lo que hice un ademán de despedida y salí de la gran habitación dirigiéndome a las afueras de la ciudad.
Vagué por largo tiempo, sin rumbo alguno, en aquella oscura noche, cuando un olor me embriagó por completo, era el olor de un humano, joven al parecer, era simplemente delicioso. Era algo que no había sentido en años, un olor que hacía que mi garganta ardiera como en mis días de neófita. Caminé a paso humano hacia aquel aroma tan deliciosamente apetecible, dejando atrás aquel mal rato en el castillo, pensando sólo en la cacería que tendría. Lo observé sentado en una plaza, no era tan mayor, incluso parecía de unos 15 años, me acerqué a él y lo miré de pies a cabeza. -¿No deberías estar durmiendo a esta hora niño?- Le pregunté con voz amable y angelical, mientras en mi mente planeaba las distintas formas de darle muerte, más dolorosa que se pudieran imaginar...
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